(Orihuela, 1910 - Alicante, 1942) Poeta español. Adscrito
a la Generación del 27, destacó por la hondura y autenticidad de sus versos,
reflejo de su compromiso social y político.
Nacido en el seno de una familia humilde y criado en el
ambiente campesino de Orihuela, de niño fue pastor de cabras y no tuvo acceso
más que a estudios muy elementales, por lo que su formación fue autodidacta.
Su interés por la literatura lo llevó a profundizar en la
obra de algunos clásicos, como Garcilaso de la Vega o Luis de Góngora, que
posteriormente tuvieron una marcada influencia en sus versos, especialmente en
los de su etapa juvenil. También conoció la producción de autores como Rubén
Darío o Antonio Machado. Participó en las tertulias literarias locales
organizadas por su amigo Ramón Sijé, encuentros en los que se relacionó con la
que luego fue su esposa e inspiradora de muchos de sus poemas, Josefina
Manresa.
Con veinticuatro años viajó a Madrid y conoció a Vicente
Aleixandre y a Pablo Neruda; con este último fundó la revista Caballo Verde
para la Poesía. Las ideas marxistas del poeta chileno tuvieron una gran
influencia sobre el joven Miguel, que se alejó del catolicismo e inició la
evolución ideológica que lo condujo a tomar posiciones de compromiso
beligerante durante la Guerra Civil.
Terminada la guerra regresó a Orihuela, donde fue
detenido. Condenado a muerte, luego se le conmutó la pena por la de cadena
perpetua. Después de pasar por varias prisiones, murió en el penal de Alicante
víctima de un proceso tuberculoso: de esta forma se truncó una de las
trayectorias más prometedoras de las letras españolas del siglo XX.
La poesía de Miguel Hernández
Aunque cronológicamente el autor debería pertenecer a la
llamada promoción del 35, de la que formaron parte poetas como L. Rosales o
L.M. Panero, el estilo de su obra y su relación con los representantes de la
Generación del 27 hacen que se le considere el miembro más joven de esta
última, el "genial epígono del grupo" en palabras de Dámaso Alonso.
Su trayectoria como escritor dio comienzo con algunas colaboraciones en la
revista de tendencia católica El Gallo Crisis, dirigida por Ramón Sijé.
Su primer volumen de versos, Perito en lunas (1934), está
formado por 42 octavas reales en las que los objetos cotidianos y humildes son
descritos con un hermetismo formal en el que trasluce claramente el magisterio
gongorino. Sin embargo, en otros poemas de la misma época se intuye una mayor
soltura verbal y el inicio de su compromiso con la causa de los desheredados.
Durante la Guerra Civil cultivó la llamada poesía de
guerra: su fe republicana se plasmó en una serie de poemas reunidos en Viento
del pueblo (1937), que incluyó la "Canción del esposo soldado", dirigida
a su mujer, y otras creaciones famosas, como "El niño yuntero".
También en este período concibe El hombre acecha (1939), que manifiesta su
visión trágica de la contienda fratricida, y diversos textos dramáticos que se
publicaron con el título Teatro en la guerra (1937).
Mientras se hallaba en la cárcel escribió Cancionero y
romancero de ausencias (1938-1941), donde hizo uso de formas tradicionales de
la poesía popular castellana para expresar en un estilo conciso y sencillo su
hondo pesar por la separación de su mujer y sus hijos y la angustia que le
producían los efectos devastadores de la guerra.
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