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Sus inicios literarios fueron difíciles, sus piezas de
teatro no tuvieron una divulgación importante, y recurrió a la docencia para
sobrevivir. Desde 1852 hasta 1854 trabajó como secretario de E. Seveste, en el
Théâtre Lyrique, y publicó algunos relatos en Le musée des familles, como Martín
Paz (1852). En 1857 se convirtió en agente de bolsa y empezó a viajar; visitó
Inglaterra, Escocia, Noruega y Escandinavia, y continuó sus escritos.
Aprovechando sus conocimientos geográficos, adquiridos a
través de numerosos viajes por Europa, África y América del Norte, y su
entusiasmo por la revolución tecnológica e industrial, se convirtió en un
especialista de los relatos de aventura de corte científico. Su dominio de la
tensión dramática le permitió combinar extravagantes situaciones y momentos
poéticos en una prosa ligera y amena.
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Veinte mil leguas de viaje submarino es, entre su
extensísima producción, uno de los libros que conserva más íntegro su encanto.
La peripecia se inicia cuando una fragata americana parte en busca de un
monstruo marino de extraordinarias proporciones al que se atribuyen múltiples
naufragios. El monstruo aparece, se precipita sobre el barco expedicionario y
lo echa a pique, llevándose en su espinazo al naturalista Aronnax, a su fiel
criado Conseil y al arponero Ned Land. Resultará ser un enorme submarino, el
Nautilus, en el cual los tres hombres pasarán cerca de diez meses hospedados
por el enigmático capitán Nemo, artífice del invento. Visitarán los tesoros
sumergidos de la Atlántida, lucharán contra caníbales y pulpos gigantes y
asistirán a un entierro en un maravilloso cementerio de coral.
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Sus textos se popularizaron con rapidez y quedaron entre
los grandes clásicos de la literatura infantil y juvenil del siglo XX. De su
obra póstuma destacan El eterno Adán (1910) o La extraordinaria aventura de la
misión Barsac (1920), en las que un crítico tan poco convencional como Michel
Butor ha querido ver un Verne más profundo y escéptico de lo habitual, que
tendía a desconfiar de las consecuencias que podía acarrear para los seres
humanos el progreso incesante de la tecnología y de la ciencia.
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