La
primera tiene como espacio cronológico todo el siglo XV, es el denominado
Quattrocento, y comprende el Renacimiento temprano que se desarrolla en Italia.
La
segunda, surge en el siglo XVI, se denomina Cinquecento, y su dominio artístico
queda referido al Clasicismo o Renacimiento pleno, que se centra en el primer
cuarto del siglo. En esta etapa surgen las grandes figuras del Renacimiento en
las artes: Leonardo, Miguel Ángel, Rafael. Es el apogeo del arte renacentista.
Este periodo desemboca hacia 1520-1530 en una reacción anticlásica que conforma
el Manierismo, que dura hasta el final del siglo XVI.
Mientras
que en Italia se estaba desarrollando el Renacimiento, en el resto de Europa se
mantiene el Gótico en sus formas tardías, situación que se va a mantener,
exceptuando casos concretos, hasta comienzos del siglo XVI.
En
Italia el enfrentamiento y convivencia con la Antigüedad grecorromana,
considerada como un legado nacional, proporcionó una amplia base para una
evolución estilística homogénea y de validez general. Por ello, allí, es
posible su surgimiento y precede a todas las demás naciones.
Fuera
de Italia, el desarrollo del Renacimiento dependerá constantemente de los
impulsos marcados por Italia. Artistas importados desde Italia o formados allí,
hacen el papel de verdaderos transmisores. Monarcas como Francisco I en Francia
o Carlos V y Felipe II en España imponen el nuevo estilo en las construcciones
que patrocinan, influyendo en los gustos artísticos predominantes y
convirtiendo el Renacimiento en una moda.
Por
otra parte, los supuestos históricos que permitieron desarrollar el nuevo
estilo Renacentista se remontan al siglo XIV cuando, con el Humanismo, progresa
un ideal individualista de la cultura y un profundo interés por la literatura clásica,
que acabaría dirigiendo, forzosamente, la atención sobre los restos
monumentales clásicos.
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