La
vuelta a la Antigüedad. Resurgirán tanto las antiguas formas arquitectónicas,
como el orden clásico, la utilización de motivos formales y plásticos antiguos,
la incorporación de antiguas creencias, los temas de mitología, de historia,
así como la adopción de antiguos elementos simbólicos. Con ello el objetivo no
va a ser una copia servil, sino la penetración y el conocimiento de las leyes
que sustentan el arte clásico.
Surgimiento
de una nueva relación con la Naturaleza, que va unida a una concepción ideal y
realista de la ciencia. La matemática se va a convertir en la principal ayuda
de un arte que se preocupa incesantemente en fundamentar racionalmente su ideal
de belleza. La aspiración de acceder a la verdad de la Naturaleza, como en la
Antigüedad, no se orienta hacía el conocimiento de fenómeno casual, sino hacía
la penetración de la idea.
El
Renacimiento hace al hombre medida de todas las cosas. Presupone en el artista
una formación científica, que le hace liberarse de actitudes medievales y
elevarse al más alto rango social.
Los
supuestos históricos que permitieron desarrollar el nuevo movimiento se
remontan al siglo XIV cuando, con el Humanismo, progresa un ideal
individualista de la cultura y un profundo interés por la literatura clásica,
que acabaría dirigiendo la atención sobre los restos monumentales y las obras
literarias y tratados clásicos.
Italia
en ese momento está integrada por una serie de estados entre los que destacan
Venecia, Florencia, Milán, los Estados Pontificios y Nápoles. La presión que se
ejercía desde el exterior impidió que, como en otras naciones, se desarrollara
la unión de los reinos o estados; sin embargo, sí se produjo el fortalecimiento
de la conciencia cultural de los italianos.
Desde
estos supuestos fueron las ciudades las que se convierten en centros de
renovación artística, científica, y, en último término, de las costumbres e
ideas de toda la sociedad.
En
Florencia, el desarrollo de una rica burguesía ayudó al despliegue de las
fuerzas del Renacimiento; la ciudad se convirtió en punto de partida del
movimiento, y surgen, bajo la protección de los Médicis, las primeras obras de
arte del nuevo estilo que desde aquí se va a extender al resto de Italia,
primero, y después a toda Europa.
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